La niebla gris rasgó veloz, el vuelo de un adiós *
y fue el triunfal amanecer de la revolución
y como ayer, el inmortal mil ochocientos diez *,
salió a la calle el pueblo radiante de altivez.
Ver * un extraño el opresor cual * de un siglo atrás,
pero era el mismo el pabellón que quiso arrebatar,
y al resguardar la libertad, del trágico malón *
la voz eterna y pura por las calles resonó:
¡Viva la patria y la gloria de ser libres!
¡Viva la patria que quisieron mancillar!
Orgullosos de ser argentinos,
al trazar nuestros nuevos destinos,
¡viva la patria, de rodillas en su altar!
Y la legión que construyó la nacionalidad,
nos alentó, nos dirigió desde la eternidad,
entrelazados vio avanzar la capital del sur,
soldados y tribunos, linaje y multitud.
Amanecer primaveral de la revolución,
de tu vergel, cada mujer fue una fragante flor
y hasta tiñó tu pabellón la sangre juvenil,
haciendo más glorioso nuestro grito varonil. |
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