Una ordenanza sobre la moral
decretó la dirección policial
y por la que el hombre se debe abstener
decir palabras dulces a una mujer.
Cuando una hermosa veamos venir
ni un piropo ▲▲ le podemos decir
y no habrá más que mirarla y callar
si apreciamos la libertad.
¡Caray!... ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que le diga un piropo a una mujer!
¡Chitón!... ¡No hablar,
porque al que se propase
cincuenta le harán pagar!
Yo cuando vea cualquiera mujer
una guiñada tan sólo le haré.
Y con cuidado,
que si se da cuenta,
¡ay!, de los cincuenta
no me salvaré.
Por la ordenanza tan original
un percance le pasó a don Pascual:
anoche, al ver a una señora gilí,
le dijo: Adiós, lucero, divina hurí.
Al escucharlo se le sulfuró
y una bofetada al pobre le dio
y lo llevó al gallo policial...
Por ofender a la moral.
¡Caray!... ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que le diga un piropo a una mujer!...
¡No hablar!... ¡Chitón,
porque puede costarles
cincuenta de la nación!
Mucho cuidado se debe tener
al encontrarse frente a una mujer.
Yo, por mi parte,
cuando alguna vea,
por linda que sea
nada le diré. |
Une ordonnance sur la morale
A été prise par la police municipale
Interdisant désormais à l'homme
De dire des mots doux à une femme.
Quand on voit venir une belle
On ne peut même pas lui dire des mots galants
Et on pourra juste la regarder
sans rien dire
Si on veut conserver sa liberté.
...
Caramba ! Ne rien dire,
Parce que, si cela se sait,
Il faudra payer cinquante pesos !
Moi, quand je verrai une femme,
Je lui ferai juste un clin d'oeil.
Et encore, avec prudence,
Parce que, si on le voit,
Ouille ! Je n'échapperai pas
A l'amende de cinquante pesos.
...
Il faut faire très attention
Quand on rencotre une femme.
Moi, pour ma part,
Quand j'en verrai une,
Même si elle est très belle,
Je ne dirai rien.
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