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Una evocación del gran sainetero criollo. Hace 50 años moría el creador de El conventillo de la Paloma y gran defensor de los derechos de los autores y actores argentinos. A 50 años de su muerte, se evoca la figura de Alberto Vacarezza, un hombre de la cultura porteña que bregó por el bienestar social de autores y actores, y marcó con su escritura un hito muy importante de nuestra dramaturgia nacional. Fue uno de los cultores más generosos del sainete criollo y un mimado del público porteño. Como dato ilustrativo, cabe mencionar que el 29 de mayo de 1930 el autor celebró las mil representaciones de El conventillo de la Paloma, una de las obras que más ha perdurado en la memoria de la gente. Bartolomé Angel Venancio Vacarezza, más conocido como Alberto, nació el 1º de abril de 1886 y fue, es muy justo reconocerlo, uno de los mayores autores de sainetes porteños de principio de siglo. Ya desde su juventud, se vislumbraba el talento que tenía para la dramaturgia, pero, mientras tanto, se desempeñaba como rematador de muebles y empleado judicial en el Juzgado de Paz de Triunvirato y Canning. Fue la recomposición social que se estaba gestando en Buenos Aires, a principios del siglo XX, con la inserción de las corrientes inmigratorias la que inspiró su vocación autoral. Su primera obra fue El juzgado , que se estrenó el 20 de marzo de 1903 en el salón Il Risogimento, de Villa Crespo, con la dirección de Mario Perelli. En 1911, ganó el primer concurso de sainetes que impulsó Pascual Carcavallo, en El Nacional, con Los scruchantes. Alentado por su compañero de estudios y amigo Armando Discépolo, a partir de este momento, se dedicó al teatro con la preocupación de rescatar personajes populares y un lenguaje barrial que también lo acercaron al tango. En 1921 con música de Enrique Delfino, escribió el famosísimo tango " La copa del olvido ", que al año siguiente grabó Gardel en una memorable versión. Inquieto y curioso por encontrar nuevos formas de expresarse, Vacarezza también se transformó en un hombre de radio, como charlista breve y autor de cantidad de guiones para propuestas de diverso tipo. Escribió poemas sencillos que recitaba por la radio y que, posteriormente, fueron editados en libros, como por ejemplo: " La Biblia gaucha ", "Dijo Martín Fierro" y "Cantos de la vida y de la tierra". También desarrolló una intensa actividad gremial, tanto en Argentores (Sociedad Argentina de Autores), como en La Casa del Teatro. Fue de los primeros en luchar para conseguir el aporte de los propietarios de las salas teatrales. El gran sainetero El 6 de agosto de 1959, Alberto Vacarezza falleció en Buenos Aires, pero su recuerdo quedará siempre presente a través de una obra que enriqueció al teatro argentino, valioso aporte creativo a la cultura de una ciudad en permanente crecimiento. Dijo Luis Ordaz, en Historia del t eatro argentino, " Las petipiezas de Alberto Vacarezza pueden ejemplificar perfectamente la línea intermedia que se ubica entre las burlas pícaras y el jugueteo sentimental del sainete, con antecedente hispano Vacarezza es un fabulista pinturero del arrabal y sus gentes? Se dedica a «recrear» máscaras prototípicas de compadres, compadritos, gabiones, paicas y grelas de variada estirpe y macchiettas que buscan personalizar tipos genéricos de la inmigración. Vacarezza es un romanceador magnífico de tipos teatrales que habitan y componen un arrabal muy particular. Un arrabal o un patio de conventillo que para el caso es lo mismo. Sin dudas, es el último gran maestro del sainete, para cuya elaboración repentista posee una verba galana y colorida, y una facilidad pasmosa. Tiene el talento que les falta a los que suponen que no es necesario tenerlo para hilvanar las peripecias de un sainete y que son, en definitiva, quienes llevan el género a su crisis y a su desaparición ". La fórmula del sainete de Vacarezza se encuentra en la obra La comparsa se despide (1932), en boca del personaje Serpentina: " Poca cosa:/un patio de conventiyo,/ un italiano encargado,/ un yoyega retobado,/ una percanta, un vivillo./ Dos malevos de cuchillo,/ un chamuyo, una pasión,/ choques, celos, discusión,/ desafío, puñalada,/ aspamento, disparada/ auxilio, cana y telón./ Y debajo de todo eso,/ tan sencillo al parecer,/ debe el sainete tener/ rellenando su armazón/ la humanidad, la emoción,/ la alegría, los donaires/ y el color de Buenos Aires/ metido en el corazón ". Si se ahonda un poco en la esencia de los sainetes de Vacarezza, se perciben tramas ingenuas, con moralejas casi de cuentos de hadas, en donde el malo es vencido y el bueno (un guapo bueno, pues siempre lo hay) habrá de jugarse para salvar a la muchachita, en el fondo sentimental y carente de maldad, que va a ser o ya ha sido malamente engañada. No son los tipos ni los problemas lo que en verdad preocupa y atrae en un sainete de Vacarezza, sino la frescura y el colorido de sus juegos verbales, especialmente cuando utiliza el verso. Un ejemplo de su talento lo da la recreación, a pedido de su amigo José González Castillo, del soneto clásico que Lope de Vega escribió ante la solicitud de Violante. " Un soneto me manda hacer Castillo/ y pa´ poder zafar de este brete/ en lugar de un soneto haré un sainete/ que para mí es trabajo más sencillo./ La escena representa un conventillo;/ personajes: un grébano amarrete,/ un gallego que en todo se entromete/ una grela, dos taitas y un vivillo./ Se levanta el telón, una disputa/ se entabla entre el yoyega y el goruta,/ de la que saca el rana pa´l completo./ El guapo despreciao por la garaba/ se arremanga pa´l final, y viene la biaba,/ y se acaba el sainete. . . y el soneto." |
Source : Susana Freire. La Nación. Dimanche 9 août 2009.
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- Cortafierro - El conventillo de la Paloma - Tu cuna fue un conventillo - Todo el año es carnaval - 1918. Verbena criolla - 1923. A mí no me hablen de pena - 1926 (1928 ?) El corralón de mis penas. - 1932. Villa Crespo |
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- El conventillo de la Paloma (1936). - Lo que le pasó a Reynoso (1937 y 1955). - Viento norte (1937). - Murió el sargento Laprida (1937). - El cabo Rivero (1938). - Pampa y cielo (1938). - El comisario de Tranco Largo (1942). - Sendas cruzadas (1942). |
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- Romay, Hector, El tango y sus protagonistas, p. 208. |